Al día siguiente de la tormenta el Sol vuelve a brillar en todo lo alto, el cielo es de un azul todavía más espléndido que el acostumbrado y las noticias en el periódico, con los pormenores del meteoro, parecen inverosímiles, hechos inusuales y ajenos a nosotros. Lo mismo sucede con los árboles caídos, los coches aplastados o volcados y las calles con el asfalto levantado que encontramos en el camino. Nos cuesta trabajo entender cómo sucedió aquello.