Mi primera chamba saliendo de la universidad fue como asistente académico en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). A mediados de los 90, ya era un centro prestigioso, aunque aún no tan conocido. Su entonces director, Carlos Bazdresch, me invitó a colaborar en la División de Administración Pública, que ya despuntaba como la mejor área de investigación en asuntos públicos y de gobierno del país. Aunque fue un trabajo de apenas un año, la recuerdo con agradecimiento y nostalgia: ahí me terminé de formar con destacados académicos, como Enrique Cabrero, Juan Pablo Guerrero, David Arellano, por mencionar solo algunos.