Y ahora qué

La gran concentración del domingo 26 de febrero, aunque la causa haya sido la defensa del INE, realmente es la expresión del descontento motivado por la terrible inseguridad: sin abundar en cifras de todos conocidas, son la prueba evidente de la ineficiencia de los gobiernos de todos los niveles y de su incapacidad para armar una estrategia conjunta que abone a la eficacia en la lucha contra la delincuencia, en lugar de culparse unos a otros como parte de su estrategia electoral, dejando a segundo término el interés ciudadano; por un sistema de salud inaccesible para muchos y lejos de lo necesario para los que sí tienen acceso, que a pesar del enorme esfuerzo del personal de salud, la falta de medios y de condiciones apropiadas cuya satisfacción está a cargo de quienes nunca han visitado el piso de una clínica o de un hospital; su frialdad e incoherencia los ha desviado del sublime concepto de la Seguridad Social, para procesar toda decisión en un asunto de complacencia financiera y política a sus líderes y, para colmo una carestía de la vida cuyo costo está al doble de como estábamos hace cuatro años. Los famosos apoyos de los programas sociales en nada compensan.