BUCAREST. Por la ventanilla del coche pude apreciar, tanto a mi derecha como a mi izquierda, el mismo tipo de construcciones. Se trataban de unos bloques de edificios que recordaban a cajas de zapatos y que habrían sido construidos en época del comunismo. De ahí que la pregunta del taxista sólo fuera el eco de mis propios pensamientos. ¿Qué hacía en Bucarest? Visitaba a una amiga, le respondí por fin. El hombre asistió con la cabeza como si esa fuera la única respuesta razonable.