Una Navidad muy...
Guadalupe Loaeza EN MURAL
4 MIN 30 SEG
"Si va la estúpida de mi cuñada a la cena, no cuenten conmigo. Todavía no le perdono lo que me hizo el año pasado". "Prefiero cenar sola en la cafetería de la esquina de mi casa que cenar con mi hermano el próximo sábado 24. Además de deberme dinero, es muy grosero conmigo". "¿Ir a la cena en casa de mi mamá? No estoy loca. ¿Para que me vuelva a echar en cara que me casé pésimo, que mis hijos son unos maleducados y que cada día estoy más gorda? Ni de chiste". "Para qué hacerle al cuento con una cenita dizque de reconciliación si todos me odian, todos nos tenemos envidia y todos estamos llenos de resentimientos". "Perdónenme que este año no le regale nada a nadie, pero sigo desempleada". "Odio los romeritos, el bacalao y el turrón". "¿Cómo quieren que vaya a la cena familiar si estoy a punto de divorciarme del borracho de mi marido?". "Es el colmo, según mi hermana, este año la cena será de coperacha y a mí me toco llevar el postre para 15 personas". "¿Cena de Navidad? Ja-ja-ja. Count me out, prefiero quedarme en mi camita muy contenta viendo un capítulo más de The Crown". "Imposible ir a la cena, tengo Covid". "Detesto las cenas familiares, detesto dar o recibir regalos y detesto todas estas cursilerías". "¿Que si voy a ir a la cena? Lo estoy pensando, porque me da una hueva...". "¿No les parece contradictorio organizar cenitas navideñas estando el país como está?". "No tengo coche, vivo muy lejos, no quiero gastar en taxis, no tengo dinero y no quiero salir de noche porque me da pavor que me asalten". "Hace mucho dejé de creer en la Virgen, en San José y en el Niño Dios; ahora creo en Alá". "Perdónenme, este año me toca celebrar la Hanukkah con la familia de mi marido". "Ni de chiste voy a cenar a casa de mis suegros porque siempre termino muy deprimida". "A ver, ¿para qué voy? No bebo, no digiero bien nada que tenga grasa, me entra sueño muy temprano y en estos días extraño particularmente a mi marido, que todavía no cumple un año de muerto". "Si de verdad quieren que vaya, tienen que pasar por mí hasta San Jerónimo y después llevarme de regreso, pero que no sea en taxi, porque yo nada más me movilizo en silla de ruedas". "Voy con la condición de que inviten a un posible pretendiente, que no sea divorciado, que no tenga hijos y que no sea mayor de 60 años, que sea inteligente y de muy buen carácter". "El otro día me llamó mi sobrino para que lo invitara a mi cena de Navidad con sus cuatro hijos y le dije que imposible, porque ya éramos demasiados. Se puso a llorar en el teléfono". "Discúlpenme por avisarles tan tarde pero tengo que cancelar la cena, porque no me quieren traer el gas que dizque porque están de vacaciones". "A mi edad, yo ya no voy a cenas porque ya no oigo, además ya nadie en la familia me hace caso". "En el fondo, estoy muy sentida con mis nietos, porque la última vez que los vi fue hace tres navidades". "¿Ustedes creen que en Ucrania van a festejar la Navidad y va a haber intercambio de regalos? Ubíquense, el mundo ya no está para esas cursilerías". "Con mucho gusto los acompaño siempre y cuando alguno de mis hijos me pague el salón de belleza, las uñas y mi tinte; porque no quiero dar lástimas". "No voy a casa de mi nuera porque no soporto a mis consuegros por amargados y criticones". "Dije que no iría a la cena porque ya nadie de la familia me quiere acompañar a Misa de Gallo. Todos son una bola de egoístas, que no tienen un ápice de fe". "Qué cena de Navidad ni qué ocho cuartos, prefiero quedarme en casa y ver como cada Navidad Lo que el viento se llevó, mientras ceno un delicioso puchero". "No puedo ver ni en pintura a mi yerno y él tampoco a mí. Entonces ¿para qué voy a la cena, nada más para hacer puros corajes?". "¿Por qué mejor no vamos a un restaurant chino y cada quien paga su cuenta y así no molestamos a nadie?". "Yo ya tengo todo: el pavo, el relleno, los raviolis, los meseros, el pastel, la gelatina y los chocolates, pero me acabo de dar cuenta de que lo que no tengo son ganas, ni deseos, de ver a nadie de la familia".
Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean "niña bien". Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores