OPINIÓN

Naturalmente, hay gente para todo, y sin duda quienes adoraban esa experiencia ahora la van a extrañar

Una hora

NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL

5 MIN 00 SEG

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A todo se acostumbra uno, menos a no comer. Y, como lo demuestra la inconformidad recurrente en México a lo largo de más de un cuarto de siglo, la otra excepción es el horario de verano. Un compatriota pudo nacer en el sexenio de Zedillo, empezar a ir a la escuela en el de Fox, conseguir su primera chamba en el de Calderón o en el de Peña Nieto, hallar con quién reproducirse al arrancar el que ahora transcurre y tener a su primer vástago la semana pasada, y entre todas sus peripecias habrá vivido dos momentos, cada año, desde que tuvo uso de razón, para quejarse y mentar madres y sacarse de onda y desvelarse imprudentemente o desmañanarse o dormir de más y llegar tarde: ¡maldito cambio de horario!