OPINIÓN

Se trata de una fe inmemorial, heredada desde tiempos de los muy antiguos

¿Un tamalito?

NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL

4 MIN 30 SEG

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En principio, y como por lo general ocurre con toda condensación del gusto popular (músicas, fiestas, rituales y cualesquiera otras manifestaciones de la querencia colectiva), los tamales del Día de la Candelaria y el aparato que los rodea no tienen nada injustificable ni objetivamente objetable. Pasan por inatacables, incluso por deseables y buenos, como si, en su comparecencia anual en el cotidiano paisaje de lo consabido, en sus hojas vinieran envueltas inequívocas promesas de contento, de alegría, aun de felicidad y plenitud, y como si el alborozo desatado a la hora de comerlos fuera ocasión infalible de deleite, y además de infalible, sobrada y sorprendente.