Llegué y ya no estaban, pero sentí conocerlos. Mi abuelo materno, Javier Gutiérrez Hermosillo, era cariñoso con su familia y sus amistades. Dedicado a su profesión, con una fuerte ética de trabajo, pero como todo buen doctor... malo para cobrar. Siempre recibía con brazos abiertos; gozaba de la buena conversación y compañía. Caminaba con júbilo y era impecable en su vestir. Con un aura similar a la de Frank Sinatra, galanteador, romántico y alegre.
Analista financiero, con un alto interés por el trasfondo de lo ordinario y cotidiano.