OPINIÓN

En el trance de llenar la panza cualquier interpretación sobra y todo queda clarísimo: la vida sin tortillas sería inimaginable

Tortillas

NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL

5 MIN 00 SEG

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Según observó Salvador Novo, en el proceso de cocción de la tortilla sobre el comal hay un momento decisivo de intervención divina: cuando la masa debidamente adelgazada y redondeada empieza a inflarse "como si hubiera cobrado vida, como si quisiera volar, ascender, como si Ehécatl [dios del viento] la hubiera insuflado". Es la señal de retirarla "dulcemente del comalli", cuando ya hay una "epidermis", dice Novo, sobre esa "carne de nuestra carne". Una prueba inequívoca de identidad de un mexicano podría consistir en preguntar cuál es el reverso y cuál el anverso de la tortilla: por dónde hay que sostenerla sobre la palma y por dónde se le echa el guiso, vamos. "¡Delante de mí no se hinche!", decía mi papá al darle un manotazo a la tortilla que había hecho así, plena y oronda, su viaje desde la estufa hasta la mesa, humeante, fragante, suavísima, para enseguida hacerla rollito y pasármela, antes de agarrar otra para él.