Hace tres años escribí una columna que titulé "Tlaque ¿mate?", a propósito de la sorpresiva, pero justificada anulación de la elección de San Pedro Tlaquepaque en 2021. La razón de los tribunales electorales para anular los comicios de aquel entonces parecería ser la misma que ahora, aunque no lo sea: la indebida injerencia del cardenal retirado Juan Sandoval Íñiguez, un polémico religioso que se ha convertido en la prueba fehaciente del intervencionismo religioso en los asuntos laicos, algo prohibido no solo en la legislación electoral, sino en la misma Constitución.