OPINIÓN

Si algo echamos de menos en este país es el silencio del poder, si algo urge es, por el amor de Dios, dejar de tenerlo ahí cada mañana

Ruido de fondo

Jorge Volpi EN MURAL

3 MIN 30 SEG

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Está ahí, a todas horas, mañana tras mañana, semana tras semana, año tras año, sin pausa ni descansos, lento y monocorde, acentuando sus incómodas pausas -y sus feroces lapsus-, cada vez más nervioso y altanero, más terco y egoísta, también cada vez más enojado, convertido en un brote de furia menos y menos contenida, en una sucesión de explosiones maliciosas y puntuales, convencido, demasiado convencido de que debe preservar su lugar en la historia: una voz que ansía silenciar todas las demás voces, que busca imponerse sobre ellas, acallarlas o aplastarlas o al menos disminuirlas, e insisto: todas las voces, no solo las de sus enemigos -a los que él llama adversarios, conservadores, neoliberales: su propio retrato-, sino, lo que es peor, incluso las de sus fieles y adoradores, incluso las de sus colaboradores y aliados, y sobre todo -sobre todo- la de la mujer a quien él mismo eligió como sucesora.