OPINIÓN

Reelecciones

Carlos Gershenson EN MURAL

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El pasado 8 de julio, el Congreso de Baja California aprobó la extensión, de dos a cinco años, del periodo del gobernador electo. El argumento: ahorrarse el costo de unas elecciones. Siguiendo ese razonamiento, se podría decir que el Instituto Nacional Electoral y los estatales son superfluos. Mejor que ya no haya elecciones; al fin y al cabo una dictadura sería más barata. La democracia podrá tener un costo elevado, pero la mayoría estamos dispuestos a pagarlo. Esto se hizo evidente en el amplio rechazo a la decisión en Baja California.

Este rechazo casi reflejo tiene su raíz en la historia de México. Durante el siglo XIX, la lucha por el poder involucró un número elevado de reelecciones a todos los niveles. Santa Anna fue Presidente once veces. Después del Porfiriato, uno de los principios de la Revolución fue la no reelección. Álvaro Obregón intentó reelegirse de manera no consecutiva y lo asesinaron. Para evitar más conflictos, en 1933 se aprobó la no reelección para presidentes y gobernadores y la no consecutiva para legisladores. Sin embargo, en 2014 se aprobó la reelección en senadores, diputados y otros cargos. Independientemente de la oficialidad de las reelecciones, muchos políticos han hecho su carrera pasando de un puesto a otro, ya sea de elección popular o no.

¿Cómo es en otros países? En Estados Unidos es posible sólo una reelección presidencial, mientras que cada estado tiene sus reglas que van desde una sola reelección hasta las que quieran. En Rusia se permite sólo una reelección consecutiva, pero después de un periodo de cuatro años es posible postularse de nuevo, lo que le ha permitido a Vladimir Putin estar en el poder desde el 2000. Esta práctica ha sido criticada, pero algunos en Estados Unidos desearían tenerla para que Barack Obama pudiese ser candidato en 2020. Brasil tiene restricciones similares a las de Rusia. En el Reino Unido no hay límites para los primeros ministros. Margaret Thatcher y Tony Blair lo fueron por más de diez años. En Alemania, los cancilleres tampoco tienen límites. Ángela Merkel está empezando su cuarto periodo de cuatro años, ya lleva más que los once años que Hitler estuvo en el poder. Singapur, ejemplo mundial de desarrollo económico y de control estricto de la sociedad, desde su independencia sólo ha tenido tres primeros ministros. Corea del Sur no permite la reelección presidencial. En China hay el límite no escrito de diez años, pero Xi Jinping ha estado actuando para extender su liderazgo más allá de 2022. En Venezuela se aprobó la reelección en 2009 durante el gobierno de Hugo Chávez. En Cuba desde la Revolución hay "elecciones", pero sólo un partido, lo cual le permitió a Fidel Castro gobernar durante medio siglo.

Un argumento a favor de la reelección es que permite realizar planes a largo plazo. Si hay un "buen líder", sería benéfico para un país que estuviese mucho tiempo en el poder, y se pueden citar ejemplos de la historia. Sin embargo, el riesgo de que un "mal líder" pueda perpetuarse es mayor, y los ejemplos de la historia son más significativos. Por otra parte, se podría decir que la democracia está sobrevalorada. En Irak tenían una dictadura criticable bajo Saddam Hussein, pero muchos la preferirían a la "democracia" actual. De manera similar, en Rusia muchos prefieren al autoritarismo de Putin que la "libertad" que permitió el saqueo durante Yeltsin. Y también hay mucho que se puede criticar a la democracia en Estados Unidos y otros países, incluyendo al nuestro.

¿Qué queremos para México, independientemente de dogmas y prejuicios? Tener elecciones libres no asegura democracia. No todas las instancias de democracia son deseables. Y hay casos donde la falta de alternancia de poder ha contribuido al progreso de un país (con otros costos).

La democracia podrá tener sus límites, pero es lo mejor que tenemos. Es una cuestión de complejidad: una sola persona o un solo grupo político, por límites cognitivos, no tienen la variedad requerida para enfrentar la variedad de situaciones que tiene un país. Para mejorar nuestra democracia es necesario distribuir la toma de decisiones, aprovechar la inteligencia colectiva, no sólo confiar en la de un líder. Participación ciudadana, más que representación. ¿Cuántos políticos te representan?