La educación es la única senda por la que México necesita ascender para llegar a un punto desde el que puedan deslizarse -de bajada y en todas direcciones- los cambios de mentalidad y de fondo indispensables para evolucionar hacia una sociedad más segura, respetuosa, justa y consciente, a la vez que participativa y capaz de generar pertenencia y prosperidad.