OPINIÓN

Quemar judas

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN MURAL

3 MIN 30 SEG

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Doña Gorgona y su marido fueron de vacaciones a Vallarta. La primera noche de su estancia ahí ella abrió la ventana del balcón y suspiró: "¡Qué noche tan hermosa!". "¡Ah, no! -protestó con vehemencia el señor-. ¡Estoy de vacaciones!"... Un maduro caballero con aspecto de ser abuelo fue a una tienda de departamentos y se compró el mejor trenecito eléctrico que había en existencia. Era una maravilla: la pequeña locomotora arrojaba humo por la chimenea; sonaban su silbato y su campana; se oía la voz del conductor diciendo: "¡Vááámonos!". El empleado de la tienda, tras envolverle el precioso regalo al caballero, le comentó: "A sus nietos les va a encantar el trenecito". "Tiene usted razón -dijo el señor tras de pensar un poco-. Deme otro"... La señora llegó con un vestido nuevo a su casa. "Costaba 2 mil pesos -le informa a su marido-, pero estaba rebajado a mil. Lo compré con los otros mil pesos, los que le rebajaron, de modo que no me costó nada"... Supongo que en algunos lugares de México se conserva aún la antigua tradición de la quema de judas (con minúscula). Los tales judas eran monigotes que se colgaban de una cuerda tendida de uno a otro lado de la calle, y a los que se prendía fuego -con estrépito de cohetería- ante el contento y regocijo del pueblo. A veces los judas tenían figura de personajes conocidos, o encarnaban los vicios que la gente detestaba. En tiempos de la rebelión cristera, cuando la Iglesia Católica y el Estado mexicano se enfrentaron en una cruenta lucha -los poderosos de uno y otro bando miraban los acontecimientos desde arriba, mientras abajo el pueblo de ambos bandos se mataba-, en esos tiempos digo, los gobiernistas quemaban judas en la forma de curas con sotana, y los creyentes ponían fuego a monigotes con la traza de Obregón o Calles. Quién sabe a cuántos judas quemaría el pueblo hoy, si pudiera. Cada quema sería una pequeña revolución en contra de todos los males de injusticia que los pobres de México padecen: el hambre, la ignorancia, la insalubridad, la falta de trabajo. No quiero ni pensarlo, motivo por el cual doy paso a otras naderías... Astatrasio Garrajarra, ebrio consuetudinario, entró en una chocolatería. Le preguntó a la encargada: "¿Tienen chocolates de esos que llevan coñac adentro?". Respondió la muchacha: "Sí los tenemos". Le pidió el briago: "Me da 2 litros de adentros"... Llegaron dos marcianos a la Tierra, y aterrizaron con su platillo volador en una gasolinería que a esa hora estaba cerrada, pues pasaba ya la media noche. Los marcianos descendieron de su nave, y el primero fue hacia una de las bombas de gasolina. Le ordenó: "Llévame con tu líder". Claro, no obtuvo ninguna respuesta. "¡Llévame ante tu líder!" -repitió con acento perentorio el alienígena. El otro marciano le sugirió en voz baja: "No le hables así. Creo que ese terrícola es muy peligroso". "Tú no te metas" -lo rechazó el marciano. Y dirigiéndose otra vez a la bomba de gasolina la amenazó: "Si no me llevas de inmediato ante tu líder te destruiré". De nuevo, cosa muy explicable, se quedó sin respuesta. El marciano, entonces, tomó su arma y lanzó contra la bomba un rayo destructor. Se produjo un tremendo estallido, por la explosión de la gasolina, y los dos marcianos fueron a caer a 30 metros de distancia, heridos y quebrantados. "Tenías razón -le dijo con doliente voz a su compañero el que había disparado-. ¿Cómo supiste que aquel terrícola era peligroso?". "Se veía a las claras -responde el otro-. Tiene que ser peligroso un tipo cuya pija le da dos vueltas alrededor del cuerpo y todavía alcanza a colgársela en la oreja"... FIN.