Muchos nos preguntamos si el fenómeno Xóchitl Gálvez es pasajero o llegó para quedarse. ¿Quién se iba a imaginar que una senadora mal hablada, capaz de ponerse, como niña traviesa, una botarga que para muchos pareció ridículo; entrona para el debate firme y brillante, de la que pocos sabíamos de su humilde origen, que se enorgullece de su pertenencia a la raza indígena, de su ascenso profesional plagado de escollos y sacrificios, de obtener un título profesional en la UNAM logrando, además, reconocimientos internacionales por su liderazgo y, construir dos empresas exitosas y prestigiadas, irrumpiría de manera inesperada en la carrera presidencial que, en la lectura de muchos, gracias a la negativa del Presidente López Obrador de concederle el derecho de réplica y negándole el ingreso a Palacio Nacional a pesar de presentar una orden judicial que lo mandataba?