El cliché del buen mexicano que festeja hasta a la muerte, que sin tener ni para comer todos los días organiza las mejores fiestas, que pide fiado lo que se bebe, que compromete hasta a los desconocidos a apadrinar el pastel y que contrata la música y queda a deber, siempre se ha querido justificar con el encanto filosófico de la brevedad de la vida. Si estamos aquí apenas un parpadeo, pues que ese parpadeo sea para olvidar la tristeza y pasar el tiempo mejor que si lo pasáramos lamentándonos.
Sofía Orozco
Es tapatía, chef repostera por casualidad y periodiquera por afición. Desde una perspectiva ciudadana, analiza y critica lo cotidiano.