OPINIÓN

Pura dinamita

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN MURAL

3 MIN 30 SEG

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
Noche de bodas. El recién casado dejó caer con elegante movimiento la bata de popelina verde que lo cubría y se dejó ver por primera vez al natural ante su desposada. Se llamaba Hércules, nombre cuyo diminutivo lo ponía a veces en apuros, y en verdad era hombre hercúleo. Le mostró los bíceps a su dulcinea y le dijo: "Pura dinamita". En seguida le enseñó los músculos pectorales y volvió a decir: "Pura dinamita". Destacó la musculatura de las piernas y repitió lo mismo: "Pura dinamita". Ella no hizo comentario alguno. Le preguntó él: "¿Qué piensas?". Respondió la muchacha: "Que tienes muy poca mecha para tanta dinamita"... Glafira, la hija de don Poseidón, deseaba ir a la ciudad a estudiar, pero su padre se oponía. Pensaba que la gran urbe estaba llena de peligros, y además leyó en el periódico que las autoridades educativas hacían que los maestros leyeran un libro llamado "El capital", y él había oído decir en la peluquería del pueblo cosas muy malas acerca del capitalismo. Pero doña Holofernes, la esposa de don Poseidón, apoyó a su hija, y en esas condiciones -dos contra uno- el padre hubo de ceder, y la joven dejó la granja para ir a la universidad. Poco después doña Holofernes recibió un mensaje de la estudiante, y lo compartió con su esposo: "Ya matricularon a Glafira". "¡Ah! -exclamó don Poseidón, consternado-. ¡Te dije que algo muy malo le iba a suceder!"... Grandes atractivos pectorales tenia Pecholina, mayores aún que aquellos que exhibió Silvana Pampanini en su aclamado film "La torre de Nesle" (1955). Fue a consultar a un médico, que al examinarla le dijo, cauteloso: "Señorita Pecholina: cuando tome aire avíseme, por favor, para hacerme a un lado"... Nonito no sabía mucho acerca de las cosas de la vida, pero antes de casarse con Frineta le preguntó a la madre de su prometida si su futura esposa era casta y honesta. "Es pura como un ángel -le aseguró la señora-. Es cándida, ingenua e inocente". El inexperto mancebo tuvo razón para dudar de ese aval o garantía cuando a los cuatro meses de casada su esposa dio a luz un robusto bebé que al nacer pesó 3 kilos y medio, sin pañales. Habló con su suegra, receloso: "Los bebés nacen a los 9 meses". "¡Anda! -replicó la señora-. Te dije que mi hija es inocente. ¡Qué va a saber ella de cuándo deben nacer los bebés!"... Don Frustracio acudió a la consulta de un consejero matrimonial. Le comentó que su esposa -la de don Frustracio, no la del consejero matrimonial- era por completo indiferente en lo relativo al sexo. Le contó que la última vez que habían hecho el amor, el sábado de 21 a 21:03 horas, como de costumbre, él puso en ejercicio todo su empuje, toda su fogosidad y las destrezas todas que había aprendido en su soltería. "Y al terminar, doctor -le comentó al profesionista-, ella me dijo: 'El techo tiene 345 pequeñas grietas'". Le indicó el terapeuta: "La rutina en la relación de la pareja conduce indefectiblemente a la pérdida de la pasión. Esta noche sorprenda a su mujer. Tan pronto llegue usted a su casa láncese sobre ella, como en los tiempos de la juventud, y hágale el amor fogosamente en el mismo lugar en que se encuentre. Verá que así corresponderá a su ardor". Al día siguiente don Frustracio visitó nuevamente al consejero y le informó lo que en la noche anterior había sucedido. "Seguí sus instrucciones -le dijo-, y tan pronto llegué a mi casa me precipité sobre mi mujer ahí donde estaba y le hice el amor con la pasión y el ímpetu de los primeros años. Ella siguió igual de indiferente, pero las amigas con las que estaba jugando cartas mostraron bastante interés en el acontecimiento"... FIN.