OPINIÓN

Proyecto en riesgo

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN MURAL

3 MIN 30 SEG

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Una palabra fuerte se usa en México para nombrar a quien es cobarde, medroso, pusilánime. Es la palabra "culero". En una cantina de barriada un jaque baladrón se plantó en medio del atestado local y declaró: "Todos los que están aquí son unos culeros". Los parroquianos suspendieron sus conversaciones al oír tal denostación. Uno de estatura procerosa, músculos de toro y puños como mazos de herrador se puso en pie y le propinó al injurioso sujeto un furibundo chingadazo -he aquí otro mexicanismo- que lo hizo rodar por tierra echando sangre por los nueve orificios naturales de su cuerpo. Se enderezó penosamente el lacerado y dijo con voz feble. "Bueno, nada más me equivoqué por uno". Otra expresión se emplea para designar a un miedoso: se le llama "gallina". Grande injusticia es ésa. Una mañana mi amado perro Terry fue a oliscar a los pollitos que llevaba una gallina en el corral. Fatal error. La supuesta miedosa le hizo frente, las alas abiertas, las plumas erizadas, y lo picoteó en forma tan concienzuda y eficaz que nunca volvió a osar el Terry acercarse a una gallina. Y eso que al lado de aquella valerosa madre el perro era un gigante. Yo tengo para mí que el ente más miedoso que en el mundo existe es el dinero. Al menor signo de peligro escapa; al punto huye del riesgo que lo amenaza, así sea mínimo o de realización poco probable. Imposible dejar de señalar que López Obrador está haciendo peligrar la instalación en México de la gran fábrica Tesla de automóviles eléctricos. La pretensión de que se construya junto a su aeropuerto, o en el sureste del país, que carece de la estructura industrial y de la mano de obra necesarias, constituye una demanda inaceptable. Lo cierto es que el lugar ideal para esa fábrica está en el norte, concretamente en Nuevo León. Así lo declaró con sentido de la realidad, y además con nobleza, el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme, quien sostuvo reuniones con funcionarios de Tesla a fin de conseguir para el estado la instalación ahí de la planta, hasta que sus directivos parecieron optar por Nuevo León, que a su cercanía con Estados Unidos añade una capacidad industrial grande y mano de obra calificada, elementos de valor que Coahuila también tiene, según lo muestra su poderosa industria automotriz. Aun así la opción nuevoleonesa pareció más atractiva para Tesla. Los ejemplos de Apodaca y Santa Catarina son visibles muestras de lo mucho que Nuevo León puede ofrecer a los grandes inversionistas extranjeros, cuya presencia redundará en empleos y en cuantiosas derramas económicas. Todo eso lo pone en peligro AMLO con sus propuestas personalistas que no tienen base en estudios razonados, sino en cuestiones políticas que en nada favorecen al proyecto industrial, sino antes bien lo colocan en situación difícil. Vista la posición del Presidente no sería remoto que Tesla decidiera cortar por lo sano e irse de un país donde su inversión enfrenta los inconvenientes que representa un mandatario hostil, enojado porque sus caprichos no fueron atendidos. Esperemos que eso no suceda. En primer lugar AMLO ya está en la parte final de su sexenio -no hay mal que dure más de seis años-, y por otra parte la historia muestra que Monterrey y Nuevo León han sabido defenderse y defender sus fuentes de trabajo frente a cualquier abuso o ilegalidad de los gobiernos. A ese propósito recordémosle a López que el próximo domingo 26 los ciudadanos que no nos allanamos a su poder absoluto saldremos a la calle a defender al Instituto Nacional Electoral, es decir a defender tres valores fundamentales en que se finca nuestra vida pública: el orden constitucional, la democracia y la libertad... FIN.