¡¡¡Protestemos!!!
Guadalupe Loaeza EN MURAL
Vengan de donde vengan, sean bienvenidas las protestas. Hace unos años nos quejábamos porque nadie protestaba, lamentábamos nuestra falta de conciencia cívica y al querer hacerlo, no sabíamos a quién dirigirnos. Ahora las cosas han cambiado, quiero pensar que la sociedad civil está mejor informada y es mucho más participativa, la prueba fueron las marchas, aunque escasas, que se dieron en la República Mexicana. No obstante mi esperanza puesta en esa sociedad civil más plural e incluyente, el domingo pasado no fui a la marcha. Temía no coincidir con la mayor parte de las demandas de los que participaron de una forma espontánea y genuina. Yo no quiero que se vaya Andrés Manuel López Obrador. Sería absurdo pedir la dimisión del Presidente de la República con tan solo cinco meses de gobierno. Pienso que nunca como ahora nos urge un cambio, un cambio profundo, de lo contrario, no veo cómo podríamos salir adelante. Ya probamos con el PRI y con el PAN, y así nos fue. Nos guste o no nos guste, AMLO es un líder, un político honesto que cuenta con la credibilidad de millones de mexicanos. No conozco a ningún político mexicano, como él, que quiera y esté tan consciente de las necesidades del México profundo. Lo ha recorrido muchas veces, y desde hace años, escucha y está cercano a la gente, especialmente, a los menos favorecidos. Los "jodidos", diría Azcárraga Milmo. No quiero imaginarme lo que sentirían las mayorías que votaron por él si, un buen día, les anunciaran que su Presidente renunció porque un grupo de inconformes pertenecientes a la clase media y alta le reclamaba sus "ocurrencias", sus "mañaneras", su ignorancia en lo que se refiere a la economía y sus ataques a la libertad de expresión.
Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean "niña bien". Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores