De entre todos los argumentos extraños que exponen ciertos grupos radicales ante cualquier cosa que les parezca ofende o va en contra de sus creencias, el más popular es el de "una fuerza maligna que opera contra nosotros y quiere despoblar el mundo". Ya sea con "ideología de género", chips instalados bajo la piel, alimentos o artículos de limpieza personal que inducen a estados de infertilidad, virus de laboratorio configurados para activarse selectivamente en ciertos individuos, vacunación masiva, registro de datos biométricos con fines desconocidos y, por supuesto, un lobby abortista colado hasta en la sopa, todas las teorías de la conspiración caben aquí: despoblar al mundo como único fin que, en un planeta de 7.8 mil millones de habitantes sonaría, digo yo, hasta necesario. Prudente, digamos.
Sofía Orozco
Es tapatía, chef repostera por casualidad y periodiquera por afición. Desde una perspectiva ciudadana, analiza y critica lo cotidiano.