A lo largo de enero van encendiéndose y apagándose, por todos los rumbos, haciéndonos saber que ahí estaban desde quién sabe cuándo
Primaveras
NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL
5 MIN 00 SEG
Es fácil ceder a la tentación del lirismo, de la efusión de las impresiones provocadas meramente por la luz y por percibirla. Las primaveras tapatías, en sus suavísimas explosiones, animan a eso, a ponerle a su descubrimiento las palabras predecibles, consabidas, frecuentemente incapaces de maravilla, y sin embargo útiles para encauzar nuestro asombro inevitable. La primera, este año, era en realidad un par: dos árboles juntos en un camellón del Periférico, como esperando para cruzar entre los tráileres y los autos y la gente que a su vez cruzaba para llegar a una estación del camión que pasa ahí (metrobús, peribús, macrobús, como se le diga). Y, al verla, al verlas, no pude evitar exclamar: "¡La primera primavera!", acaso porque así me lo exigen siempre ellas en sus propias exclamaciones, mejores que las mías desde luego y que las de cualquiera.