OPINIÓN

Presidenta sin palabra

Denise Dresser EN MURAL

4 MIN 00 SEG

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Quisiera poder sumarme a quienes celebran la llegada de la primera mujer a la Presidencia de México. Pero las acciones, las omisiones y las posturas que ha asumido Claudia Sheinbaum deberían ser motivo de consternación, no de algarabía. Ser mujer no es sinónimo de ser demócrata, ser congruente, ser autónoma, o tener una relación verificable con la verdad. Insisto en ello porque entre los legados más tóxicos que deja López Obrador está la normalización de la mentira. Tanto este periódico como El Sabueso de Animal Político han hecho un recuento de las falsedades diseminadas desde la mañanera. Todos los políticos mienten, pero nunca habíamos padecido de manera tan abierta la brecha entre la realidad y los "otros datos", el abismo entre la falsedad y la fantasía, la grieta entre el México existente y el México mágico. Es un mal augurio que Claudia copie una de las prácticas más perniciosas de López Obrador. En aras de la popularidad, sacrifica la confiabilidad.