OPINIÓN

¡Ah, el placer que debieron de sentir al activar la chispa eléctrica y pegársela a ese cuerpo indefenso y a su merced!

¿Por qué no?

NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL

5 MIN 00 SEG

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Una pareja de elementos de la Policía de Guadalajara es grabada mientras tortura a un hombre en la calle. La mujer policía le pisa con firmeza la rodilla, acaso busca triturarla o dejarla inservible, y así evita que el hombre se levante del suelo: tiene los pantalones bajados, se sostiene sentado a medias, con la pierna torcida y el peso de la mujer policía que seguramente está dislocándole la rótula. Se ve que aúlla de dolor, que llora, algo quiere decir -el video no tiene audio-, y entonces, mientras sigue sometido, el compañero de la mujer, que recarga un brazo en un barandal y tiene el otro en la cintura, repentinamente deja ir su bota sobre la cabeza del hombre (o la patada revienta en el rostro), y entonces el policía se hace a un lado para que la mujer suba ahora sí todo su peso sobre la rodilla, cosa que hace sujetándose del barandal para poder brincar, concentrada en que esa rodilla termine de ceder. El hombre aúlla más. El policía lo patea en el costado, luego se acuclilla como para decirle algo, pero lo que hace es soltarle descargas eléctricas en las costillas. El hombre no para de llorar. La mujer policía lo toma del cuello, lo golpea en la espalda. El policía vuelve a electrocutarlo dos, tres veces. Como cansados, como decepcionados, los policías se van. El hombre consigue levantarse y huye, sujetándose los pantalones.