Te da la bienvenida una alfombra setentera, misma que te encamina hacia una barra dulce y salada atendida por un adolescente... dulce y salado. Compras un combo con suficientes palomitas y refresco para sobrevivir un mes. Con manos llenas, llegas a tu sala, entras y, con silencio, caminas por los ruidosos pisos pegajosos. Tomas asiento, pones tu celular en silencio, te acomodas por última vez, miras hacia el frente y la inmensa pantalla comienza a tomar, como rehén, tu campo visual. No hay distracciones, la banda sonora te arropa por completo, comienzas a perder la noción del tiempo. La función inicia y ésta te propone olvidar tu cuerpo. Te absorbes en una narrativa externa y viajas tan lejos como nunca antes.
Analista financiero, con un alto interés por el trasfondo de lo ordinario y cotidiano.