Pesadillas
Guadalupe Loaeza EN MURAL
5 MIN 00 SEG
Más que un día de amor, el 14 de febrero, para mí, fue un día de puritito odio. Con la bilis derramada, leí ese día en mi periódico: "Absuelven a Trump". "¡¡¡¡Nooooooooo!!!!", grité desde mi más profundo pecho. No lo podía creer. Envuelta por los demonios y con absoluto dolor de estómago, leí que el Senado de Estados Unidos había, el día anterior, absuelto al delincuente en su segundo juicio político en el que estaba acusado de incitar a una insurrección por el ataque al Capitolio el pasado 6 de enero. "¡¡¡No puede salirse con la suya!!! ¿Quién lo absolvió? ¿Cómo que no es culpable? No solamente es culpable, es responsable de haber partido a su país en dos", me dije. Trump es, además, un personaje execrable, un payaso de televisión barata. ¿Qué pasa con la sección republicana del Senado? Incluso el líder de la bancada de ese partido, Mitch McConnell, admitió durante los acontecimientos del 6 de enero: "Estos criminales llevaban sus pancartas, ondeaban sus banderas y gritaban su lealtad hacia él. Era muy obvio que solo él podía pararlo". El viejo McConnell denunció "un vergonzoso incumplimiento de su deber" y enfatizó: "No hay duda de que el Presidente es práctica y moralmente responsable de los acontecimientos". Resulta realmente incomprensible que los republicanos mantengan viva la esperanza de candidatear a ese pelafustán para las elecciones dentro de cuatro años. ¿Que no tienen a otro? Qué pobreza de partido. Trump siempre tiene el cinismo a flor de piel. Leamos lo que dijo cuando se enteró de su absolución: "Nuestro histórico, patriótico y hermoso movimiento 'Hacer América Grande de Nuevo' acaba de empezar. Tengo mucho que contarles para los próximos meses; tengo muchas ganas de seguir nuestro increíble viaje y lograr la grandeza de América". Y todo porque faltaron diez miserables votos o más bien diez votos de unos miserables. Sus dichos recordaron la carta que envió a Nancy Pelosi el 17 de diciembre del 2019 cuando se dio el primer intento de impeachment: "Peor que la ofensa a los padres fundadores es la afrenta a los estadounidenses fieles al decir reiteradamente 'Rezo por el presidente', a sabiendas de que no es cierta su expresión a menos que la digan con connotación negativa. Es terrible lo que están haciendo, pero ¡ustedes tendrán que vivir con ello y no yo!".
Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean "niña bien". Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores