OPINIÓN

Cada que hay un viejo incoherente y propenso al desfiguro al mando, alguien está beneficiándose enormemente de tenerlo ahí

Patrañas

NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL

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Leo un interesante artículo de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, acerca de la insistencia de Donald Trump en afirmar que el tocino está cada vez más caro. Como muchos analistas han señalado, tal afirmación es absolutamente falsa, y de hecho, tomando en cuenta el crecimiento del poder adquisitivo del trabajador medio en Estados Unidos, precisa Krugman, el tocino está incluso al alcance de más gente que hace unos años. Lo cierto, podría pensarse, es que no hace falta que ningún especialista venga a desmentir a Trump: pocos indicios tan fiables como la economía doméstica para saber si el estado de las cosas es hoy mejor o peor que ayer: basta con las sencillas cuentas que cualquiera puede sacar, haciendo tantita memoria. Pero Trump está obsesionado con el asunto, y la explicación que aduce para esa fantasiosa carestía está relacionada, según él, con el modo en que el uso cada vez más extendido de energía eólica, según él, ha incrementado los costos de la energía eléctrica, lo que redundaría en condiciones más adversas para los criadores de cochinos. El aborrecimiento que siente Trump por la energía eólica se remontaría, señala el autor, a que hace años quisieron ponerle unas turbinas enfrente de un campo de golf que posee en Escocia, y eso estropeaba el paisaje.