Ola de calor

Por esta época, pero varios años atrás, mi amiga Ifeoma visitó Guadalajara. Recuerdo que fuimos a Tlaquepaque no solo por las fotografías que ahí nos hicimos sino porque la visita, como en los cuentos de Juan Rulfo, quedó marcada por el calor. Mas que caminar, nos arrastrábamos por la calle principal que desemboca en el jardín Hidalgo con su quiosquito y estatuas de bronce. Aprovechábamos cualquier trecho con sombra para guarecernos. El sol pesaba sobre nuestros hombros haciéndonos un poco más bajitas. El camino se prolongaba hasta el infinito.