Lo que no le podemos negar a AMLO es que sacudió la modorra en la política y está obligando a definiciones de carácter ideológico. La competencia en la política ya no se podrá hacer como antes. Los bloques de fuerzas se están armando obligados a sumar el mayor peso electoral. Caeríamos en un simplismo si solamente consideráramos que las motivaciones que moverán a los partidos o a las organizaciones sociales y demás actores es el sentido pragmático de la disputa por el poder mismo. Hay en el actual escenario dos visiones de país: en el que no muchos estaban complacidos: muchos -clases medias- con la esperanza de mejorar y una mayoría de pobres que vivían entre la resignación y la desesperación. Hoy los contenidos en los discursos, en la propaganda política, los perfiles de los contendientes y los criterios para evaluar el peso político de personajes y organizaciones serán muy diferentes; antes se reconocían casi por tradición espacios más por razones de abolengo que de peso real, ésta costumbre fue degradándose por su dudosa rentabilidad política y porque el caciquismo anacrónico impedía la reoxigenación de cuadros.