OPINIÓN

Nunca se sabe...

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN MURAL

3 MIN 30 SEG

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La historia que enseguida narraré tiene mucho de sicalíptica y escatológica. Sucede que un cierto hombre se prendó de una damisela de gentil talante y atractivas prendas. Ella, aunque al principio admitió sus atenciones, luego resistió el acercamiento. La que en primera instancia pareció puerta de par en par abierta se volvió de pronto inexpugnable fortaleza, plaza fuerte capaz de resistir el más tenaz asedio. El enamorado era poco diestro en el trato con el sexo opuesto, y buscó entonces el consejo de un amigo suyo que tenía fama de tenorio. De él se contaba que cuando se proponía conquistar a una mujer se salía siempre con su intento, ya fuese una señora de la más alta sociedad o una humilde fámula doméstica. "Desde una princesa real / a la hija de un pescador...", etcétera. Lo invitó a un discreto bar y ahí, con la confianza que dan dos o tres copas, le preguntó sin más: "¿Cómo convences a una mujer de que se entregue a ti?". Replicó el amigo: "Te revelaré mi secreto. Antes, sin embargo, permíteme decirte que tienes unos ojos preciosos. Nunca antes había observado su hondura, su luminosidad. También me encantan tu ondulado cabello bruno y tu fino bigotito, que parece invitación al beso". "¿Qué estás diciendo?" -se desconcertó el otro. "Que me gustas mucho -declaró el amigo-. No sabes lo que daría por que hubiera entre tú y yo algo más que una simple amistad". "¡Estás loco! -exclamó lleno de indignación el otro-. ¡Vámonos! ¡No quiero ya tener ninguna relación contigo!". Desde ese día el amigo empezó a acosarlo. Le hablaba por teléfono a todas horas para preguntarle: "¿Entonces qué?". Le ponía innúmeros mensajes con la frase: "¿Sí o sí?". Le enviaba obsequios caros: un finísimo reloj, una pluma fuente de lujo. Le pedía una y otra vez: "Regálame una hora de tu vida, una sola hora, y te daré mi fórmula infalible para conquistar mujeres". No haré larga la historia. Si tal hiciera robaría un valioso espacio al cual no tengo derecho alguno. Tan tenaz fue aquel insólito cortejo, tan constantes las solicitaciones del lúbrico sujeto, que por fin el hombre entregó la plaza, incapaz de resistir por más tiempo el obstinado sitio. Rendida que fue la fortaleza el hombre le pidió a su amigo: "Ahora sí dime cómo haces para convencer a las mujeres". Respondió el individuo: "Igual que hice contigo: insistiendo"... Esta prolongada narración, que espero mis cuatro lectores hayan tenido la paciencia de leer hasta el final, me sirve de proemio para decir que jamás había visto yo una campaña tan tenaz como la de Claudia Sheinbaum para hacerse de la candidatura de Morena en la elección presidencial del próximo año. Todos los días recibo en mi correo multitud de mensajes con propaganda de la señora. Llegan a ser tantos que, la verdad, cansan y aburren. Me pregunto, además, si con ellos, y con la premiosa premura que muestra, no está violando, la que hasta ahora parece la corcholata favorita de AMLO, alguna ley electoral, lo que eventualmente podría causarle problemas. Más contención, si bien iguales ansias, están teniendo los otros dos aspirantes, Ebrard y Adán Augusto López. Desde luego todo esto tiene su origen en el prematuro destape que AMLO hizo de sus alfiles y posibles sucesores. Mucho ojo, sin embargo. Quien conozca al caudillo de la 4T no se sorprenderá si de repente, más cerca ya la fecha de la campaña electoral, se saca de la manga otra corcholata, la verdadera, y deja en calidad de bolas de humo a quienes ahora figuran como posibles ocupantes de la silla que el tabasqueño no dejará aunque no esté ya sentado en ella. Ya se sabe: con López Obrador nunca se sabe... FIN.