OPINIÓN

No hay milagro sin misterio, y las razones de este cada quien las imaginará como prefiera

'Now and Then'

NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL

5 MIN 00 SEG

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Tras el cristal de la cabina de grabación, Paul ve cómo John, en el sitio del director de la orquesta, baila, ríe, hace gestos, juega. Los ojos de Paul parecen estar viendo eso, pero también algo más: con la boca entreabierta, el cabello que ya no va a oponer mucha resistencia a la blancura, una sombra de barba también cana, su expresión es de serena perplejidad, el asombro indecible de quien presencia a la vez el origen y el final de todo. Sí, ahí está John, ya no un muchacho pero sí el hombre joven que será para siempre -un poco más joven de los cuarenta años que tendrá para siempre-, haciendo payasadas por encima de la concentración que ponen los músicos en la ejecución, y Paul, sentado delante de la consola de grabación, los brazos cruzados, a punto está de sonreír, pero esa sonrisa queda en pausa, no porque su lugar lo tome la tristeza, ni siquiera la melancolía, sino más bien una especie de constatación suavemente atónita del paso del tiempo y de lo que hace con nosotros. Son apenas unos segundos. Luego, Paul descubre que junto a él están George, joven, y él mismo, joven también, bailando, y también está la risa franca de Ringo, joven, en la batería... La canción sigue, y seguimos viendo a los viejos colaborar con los cuatro muchachos, cruzar miradas, unir sus voces, sonreírse una y otra y otra vez.