De muy joven pude disfrutar -por televisión- la memorable final del torneo de tenis de Wimbledon del año 1980 en la que Björn Borg derrotó al caprichoso John McEnroe. Desde entonces me enamoré del deporte blanco en el que he visto desfilar a enormes leyendas como Lendl, Graf, Agassi, Navratilova, Becker, las Williams, Sampras, Sharapova, Federer, Nadal y por supuesto al actual rey de la raqueta: Novak Djokovic.