Para algunos se trata de una reforma impostergable del aparato de impartición de justicia. Para otros es, por el contrario, de la captura del Poder Judicial por el poder político. Son dos posturas irreconciliables que han puesto al descubierto las injusticias históricas al mismo tiempo que la importancia de la independencia judicial para la democracia mexicana. En cualquier caso, se trata de la reforma más polémica en la historia reciente del país. De ese tamaño es la trascendencia que reviste lo ayer aprobado por un Congreso asediado, improvisado e irreflexivo que se resistió a deliberar un asunto que definirá el nuevo régimen político.