OPINIÓN

No podemos salvarnos

Fernando Padilla Gutiérrez Hermosillo EN MURAL

3 MIN 30 SEG

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Cuenta la historia que un niño escocés se sentaba en la cocina mientras su abuela cocinaba. Éste miraba con curiosidad el fuego que brotaba de la abierta chimenea, la cual estaba calentando una vieja tetera. Repentinamente la tetera comenzó a bailar, agitando su tapa, brotando burbujas y expulsando una delgada nube de vapor. El niño se asombró, ojeó por debajo de la tapa y no encontró nada, inmediatamente le preguntó a su abuela qué había debajo de la tetera y ésta respondió con gracia: "Agua, solo agua, mi niño". Pero el misterio no estaba resuelto, la respuesta no bastaba. La abuela le aclaró que había sido el vapor lo que había hecho agitar la tapa, a lo que, con justa razón, el niño preguntó: "¿Cómo se metió el vapor?". La abuela le explicó que se produce al calentar el agua, a lo que él extendió la pregunta: "¿Y cuánta agua le pusiste a la tetera?". "Menos de un cuarto", respondió la abuela. El niño se sorprendió: "Si el vapor de tan poca agua es tan fuerte, ya me imagino la fuerza del vapor de una gran cantidad de agua. ¿Por qué no podría levantar un peso mucho mayor? ¿Por qué no podría estar hecho para girar las ruedas?". La abuela prefirió ignorarlo y continuó cocinando; el niño encontró una nueva obsesión. "Hay un poder maravilloso en el vapor", se dijo a sí mismo.