OPINIÓN

Es cada vez más difícil saber las causas verdaderas de los hechos; se termina por preferir un puñado de suposiciones

No dormirse

NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL

4 MIN 30 SEG

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No hace falta auxiliarse con un profuso andamiaje teórico para convenir en que, aunque son siempre abundantes las malas noticias que hallamos al echar un vistazo a la prensa -o a las redes con contenidos noticiosos-, ello no implica necesariamente que todo sea así. Que los medios prefieran poner más atención -y, por tanto, orillarnos a ponerla- en hechos que juzgamos lamentables, reprobables o repugnantes se debe a que por lo general esos hechos son también fascinantes: de un modo retorcido o hasta sórdido nos deleitamos en conocerlos y nos resultan así irresistibles, por intolerables que en realidad sean. Pero aunque no sea así la totalidad de la vida que pretenden resumir esas condensaciones de lo cínico, lo vil, lo estúpido y lo siniestro de sus protagonistas, lo cierto es que cada día se baten récords y se producen combinaciones inéditas de lo malo con lo peor, al grado en que parece innegable que estamos fracasando como especie.