Sería iluso pensar que el inicio de un año augura necesariamente el cambio que eliminará nuestras desdichas y, por simple inercia, llegará un nuevo y más conveniente y confortable mundo; es una nueva cronología en la que necesariamente sucederán cosas que están programadas de antemano y que inevitablemente tendrán que realizarse. Una de ésas serán las elecciones, pero que, como todo proceso de disputa por el poder, no tiene inicio ni tiene fin; lo vemos todos los días.