El cielo nunca ha dejado de estar estrellado; solo hemos dejado de verlo. Entre las luces incandescentes de nuestras metrópolis y la contaminación, parecería que nuestros lentes se han perdido debajo de algún sofá y solo podemos ver borroso. Además, nuestros cuellos gritan de tanto mirar hacia abajo, absortos en nuestros dispositivos. Me imagino que los cuellos de nuestros antepasados también gritaban de tanto mirar, pero hacia arriba, fascinados por el universo.
Analista financiero, con un alto interés por el trasfondo de lo ordinario y cotidiano.