OPINIÓN

Misterios

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN MURAL

3 MIN 30 SEG

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En mi niñez fui lector voraz de "El Tesoro de la Juventud". (Salido ya de la niñez, aprendí pronto que el verdadero tesoro de la juventud es otro). Mi padre, modesto empleado de oficina, compró para mí, en abonos y con sacrificios, los 20 tomos de aquella espléndida obra editada por W. M. Jackson. Una de mis secciones favoritas era "El libro de los por qué". Ahí supe que todo tiene una explicación. ¿Por qué no sentimos el piquete del zancudo -mosquito, para mis lectores del extranjero- en el momento en que nos pica, pero sí sentimos la picazón después? Eso se explica porque la probóscide o trompa del zancudo (debería yo decir "de la zancuda", pues solamente la hembra de la especie pica) tiene varios tubos. Cuando el mosquito clava en su víctima esa trompa, por un conducto le inyecta un líquido anticoagulante a fin de poder chupar su sangre sin que ésta se haga espesa, y por otro le suministra un anestésico para que la víctima no sienta dolor y se defienda contra la picadura. Después del piquete sentimos sus efectos porque el sistema de inmunización de nuestro cuerpo reacciona contra las proteínas extrañas contenidas en la saliva del mosquito. Otra pregunta: ¿por qué la ciencia médica no ha podido encontrar un remedio contra el catarro común? Porque hay más de 200 virus que pueden provocarlo, y es prácticamente imposible hallar una sustancia común que los combata a todos. Aun si ese remedio se encontrara el problema seguiría sin solución, pues los más de esos virus son mutantes, y cambian o se adaptan a las circunstancias que les son contrarias. Una tercera pregunta, de mayor interés que las otras dos (y que no viene en "El Tesoro de la Juventud"): ¿por qué los hombres y las mujeres tenemos vello púbico? ¿Es una muestra de recato en la naturaleza, que con ese vello procuraría ocultar las partes llamadas "pudendas" o sea vergonzosas? ¿Es el vello una forma de protección para esas partes? O ¿constituye un resto de nuestro pasado de antropoides? Nada de eso. El vello púbico recogía, preservaba y difundía las feromonas, cuyo aroma incita al acto del amor y, por tanto, a la preservación de la especie. El baño, los perfumes y lociones han puesto en desuso ese truco de la naturaleza. Si Darwin tiene razón, el vello acabará por desaparecer. Todo tiene una explicación. Todo, menos el inexplicable sistema tributario mexicano, cuyas infinitas invenciones, oscuros recovecos, confusos laberintos e innumerables variaciones, ninguna mente humana es capaz de elucidar o discernir. Por eso pongo ahora un par de cuentecillos que sí se pueden entender... Un estrafalario sujeto entró en el consultorio de un médico y le dijo: "Doctor: soy todo un caso: tengo cinco penes". "¿Ah, sí? -se interesó el facultativo-. ¿Y cómo le ajusta el pantalón?". Respondió muy orgulloso el individuo: "Como un guante"... Una pareja no había tenido hijos en varios años de matrimonio. El señor y la señora fueron con el cura de su parroquia y le pidieron que rezara por ellos para que pudieran encargar familia. Les dice el sacerdote: "La próxima semana iré a Roma. En San Pedro encenderé una vela y le pediré al Señor que les mande hijos". Nueve meses después, la señora dio a luz trillizos. Y luego, antes de cumplirse un año, tuvo quíntuples. El marido se presentó ante el párroco y le dio una buena suma de dinero. "¿Para qué?" -preguntó con extrañeza el sacerdote. Respondió el tipo, hosco: "Para que vaya a Roma y apague la desgraciada vela". (El que debe apagar su vela eres tú, grandísimo verraco)... FIN.