OPINIÓN

MIRADOR / Armando Fuentes Aguirre EN MURAL

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El otoño se siente ya en el rancho del Potrero. Amarillean las hojas de los árboles, y por la noche baja del alto monte llamado Coahuilón un airecillo traicionero que, dicen los antiguos, no apaga una vela pero sí mata un cristiano.