Falacias, interpretaciones "ad hoc" y mentiras sin rubor se han hecho costumbre en el debate público de nuestros días. Prevalece la necesidad de ganar en todas las ocasiones, aun sobre el sentido común y los hechos mismos. La disputa política se ha convertido en un espectáculo de suma cero, donde lo que gana un grupo lo pierde el otro, se trata de la perspectiva amigo-enemigo de Carl Schmitt. El costo es que se ha vaciado de contenido el sentido de lo político, afectando al interés público y a las víctimas de decisiones que anteponen intereses de facción.