OPINIÓN

Más ciclistas

Carlos Gershenson EN MURAL

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Los ingresos del mercado mundial de bicicletas han aumentado en 70% en los últimos tres años. Más de mil ciudades tienen sistemas de bicis compartidas. En menos de cinco años, más de cien compañías de bicicletas sin anclaje han ofrecido alternativas a la movilidad urbana con decenas de millones de unidades.

Los beneficios de moverse en bicicleta son diversos y conocidos. En ciudades congestionadas, es el medio más rápido de transporte. Es el segundo más barato después de caminar.

En CDMX, la probabilidad de morir en auto es el doble que la de morir en bici. Ya no digamos en moto. El ejercicio realizado al desplazarse también es útil. En Dinamarca se hizo una campaña que decía "estar sentado en tu sofá es más riesgoso que andar en bici". Esto porque 30 minutos de ejercicio al día aumentan la esperanza de vida más que el riesgo de perderla en un accidente.

¿Y la contaminación? De nuevo, los beneficios son mayores que los riesgos, que sólo son considerables en pocas ciudades de Asia y África.

La diversidad de bicicletas y vehículos similares también ha ayudado a que más gente las use. Hay cada vez de más sabores: eléctricas, triciclos, plegables, de carga, de pasajeros, techadas...

Si las bicis son tan buenas ¿por qué no se usan más?

Hay obstáculos que son fáciles de librar. Para la lluvia: impermeable. Para el sudor: no ir rápido, cambio de camisa, consumir menos productos que generan mal olor. Para la condición física: práctica. En general, es cuestión de acostumbrarse.

Pero lo que más evita que la gente pedalee la ciudad es la seguridad. Lo irónico es que depende en gran medida del comportamiento de choferes de todo tipo que se beneficiarían de que hubiese menos vehículos en las calles.

Los ciclocarriles confinados ayudan en cierta medida, pero hay que luchar para que no se invadan y que los conductores que las cruzan lo hagan con precaución. Su costo no es tan elevado (relativamente): unos $5 millones por kilómetro. Pero el costo mayor es el ya escaso espacio público. Si no se toman otras medidas, el tráfico vehicular empeorará todavía más. En un poco un problema de huevo y gallina: para que haya menos autos, se necesitan más ciclistas, pero para que haya más ciclistas, se necesitan menos autos.

En las zonas de CDMX donde comenzó el servicio de bicis compartidas Ecobici en 2010, se empezó a desarrollar una cultura ciclista. Además de algo de infraestructura, al ver muchas bicicletas, más personas se animaron a pedalear, al mismo tiempo que los conductores se volvieron más atentos y respetuosos. Un círculo virtuoso que se tradujo en más ciclistas.

Siempre habrá el conflicto potencial entre "cochistas" y ciclistas mientras alguno ignore el reglamento de tránsito. Los peatones tienen preferencia sobre todos por ser los más vulnerables, después ciclistas, y los automovilistas y motociclistas van al último. Pero que los autos deban ceder el paso a las bicis no quiere decir que éstas puedan rodar en sentido contrario o sobre la banqueta, o con imprudencia (de noche, sin luces, sin casco, con audífonos). Y antes que nada con cortesía, todos compartimos la ciudad.

Los accidentes más comunes para ciclistas son evitables, ya que se deben a choques con autos que dan vuelta o con puertas abriéndose. Circula en el centro o parte izquierda del carril derecho, asumiendo que todas las puertas se van a abrir. Esto también da más espacio para esquivar o reaccionar ante autos que se incorporan, o que van a dar vuelta. Si te aproximas a un cruce donde los autos dan vuelta a la derecha desde el segundo o tercer carril, muévete a ese carril para que los autos puedan dar vuelta a la derecha sin conflicto. O bien, detente en las esquinas y cruza sólo cuando no vengan autos que puedan dar vuelta. Rebasa vehículos, especialmente camiones, siempre por la izquierda.

Si hay más ciclistas, todos nos beneficiaremos. Es claro que la bicicleta no es para todos. Si por algún motivo no puedes andar en bici, alégrate por cada ciclista que veas. Es un auto menos o un espacio más en transporte público. Es menos contaminación. Es menos impuestos gastados en enfermedades prevenibles. Es menos ira al volante. Y si no puedes alegrarte, por lo menos respeta.

Ciclistas: alegremos las ciudades. Sólo así mejorará la movilidad urbana.