La raquítica definición del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española tan solo dice que un misil es un "proyectil autopropulsado, por lo general guiado electrónicamente". Es decir que, sea lo que sea o sirva para lo que sirva, lo que lo identifica como tal no es el hecho de ser un simple y común proyectil, sino el detalle adicional de poder impulsarse por sí mismo a través de la atmósfera y de que se le pueda corregir la trayectoria de alguna manera y a larga distancia durante su viaje. Lo anterior nos lleva a definir qué diablos es un "proyectil". El referido diccionario dice que es "un cuerpo arrojadizo", es decir, algo que requiere ser lanzado. Pues ¿que no era autopropulsado? En fin, un "cuerpo arrojadizo" bien pudiera ser el defensor que se barre sobre el césped futbolero o el "Don Juan" que se arroja desde lo alto del ropero o, lo que es peor: el cadáver que es lanzado al oscuro río de la medianoche.