Es viernes de quincena. A pleno sol de mayo, la temperatura marca 38 grados centígrados. El calor se torna insoportable. Cuesta respirar el aire contaminado por los miles de vehículos que avanzan a vuelta de rueda. No quedan sombras: muchos de los árboles fueron talados clandestinamente para que los espectaculares luzcan. De pronto un choque "laminero" a la altura de Santa Anita hace colapsar la principal vialidad de la ciudad. No hay algún policía vial que agilice el tráfico. El mapa del Waze se pone en rojo. Conforme se avanza, el tiempo estimado para salir de la ciudad aumenta en lugar de disminuir. Así es como López Mateos se convirtió en un suplicio.