Hace falta volver una y otra vez sobre nuestros pasos para averiguar qué pudo cambiar
Lindo día
NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL
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Entre febrero de 1969 y septiembre de 1975, el novelista Georges Perec recorrió cinco veces, de principio a fin y en el mismo sentido, la calle de París donde pasó la infancia, donde estuvo la casa de sus abuelos, donde su madre tuvo una peluquería en la que trabajó hasta que los nazis se la llevaron para asesinarla en un campo de concentración. En cada ocasión registró pormenorizadamente lo que veía conforme avanzaban sus pasos, y siempre en el mismo orden: fachadas de edificios de viviendas, locales comerciales, letreros, ventanas, personas. Fiel practicante de la observación del mundo como actitud vital, el francés colocaría un epígrafe de su paisano Julio Verne, tomado de Miguel Strogoff, en su novela La vida instrucciones de uso, de 1978: "Abre los ojos, ¡mira!", y es justamente lo que hizo en aquellas visitas a "La rue Vilin", como terminó titulándose la reunión de los cinco registros que hizo (el texto se incluye en el libro Lo infraordinario, más o menos fácil de conseguir en su traducción al español).