OPINIÓN

Leproso

Paloma Ramírez EN MURAL

4 MIN 00 SEG

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Durante la Edad Media, después de que alguien era diag- nosticado con la enfermedad de la carne pelada o la lepra, el sacerdote lo visitaba en su casa para conducirlo hasta la iglesia al son de cánticos religiosos. Ya en el templo, el enfermo tenía una última oportunidad de confesar sus pecados, luego, se recostaba sobre una sábana negra a escuchar misa. Terminada la ceremonia, el sacerdote manifestaba: "Ahora mueres para el mundo, pero renaces para Dios".