Lecciones del ajedrez
DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN MURAL
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En el club nudista él le preguntó a ella: "¿Por qué cada vez que te digo que te amo y te deseo bajas la mirada? ¿Acaso te ofende mi sinceridad?". "No -repuso ella-. Bajo la mirada para ver si es cierto". (No le entendí)... Doña Gorgolota acudió a la policía. Le dijo al oficial de guardia que su esposo, don Wormilio, había desaparecido, y pedía que lo buscaran. Le preguntó el gendarme: "¿Cómo es su marido?". Ella lo describió: "Es chaparro, panzón, calvo, bastante zambo y algo bizco". Hizo una pausa y dijo luego: "Pensándolo bien, mejor no lo busquen"... Don Algón, ejecutivo de empresa, le dijo al hombre que pedía una colocación: "Lo que aquí necesitamos es alguien que sea responsable. ¿Es usted responsable?". "Desde luego que sí, señor -afirmó el individuo-. En mi anterior trabajo tres empleadas salieron embarazadas, y en los tres casos yo fui responsable"... Pirulina casó con Meñico Maldotado. Al regresar de la luna de miel, una amiga que había sido compañera de escuela de Meñico le dijo a Pirulina: "Tu marido es corto de entendederas, ¿verdad?". Replicó ella, mohína: "No nada más de entendederas"... Yo juego al ajedrez. Yo no juego al ajedrez. Al decir esto no falto al conocido axioma según el cual una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo. Lo que quiero decir es que he dejado de jugar al ajedrez con rivales de carne y hueso, y actualmente lo juego sólo con la computadora. Cuando jugaba con rivales humanos y perdía, quedaba poseído por un sentimiento de inferioridad que me dejaba deprimido y agobiado durante varios días. Y si ganaba la partida era peor: ensoberbecido, me juzgaba superior a cualquiera y me volvía arrogante y altanero no sólo ante mi vencido contendiente, sino ante todos aquellos con quienes trataba. Aquello era contrario a toda razón y a todo buen sentimiento. Opté entonces por jugar únicamente con ese demoníaco artilugio que es mi computadora. Me gana y le gano. En el primer caso, le miento la madre y santas pascuas; y si le gano experimento sólo una módica satisfacción, pues sé que muy posiblemente en el siguiente juego me volverá a vencer. Hay quienes dicen que el ajedrez contiene lecciones para la vida. Yo no lo creo así. Las lecciones que el ajedrez enseña sirven únicamente para el ajedrez, igual que las enseñanzas de las matemáticas sirven sólo para las matemáticas. Las únicas lecciones que sirven para la vida son las que da la vida. Digo todo esto porque con tristeza me enteré de que Anatoly Karpov, el gran ajedrecista ruso, campeón del mundo durante 10 años, se encuentra en coma después de haber sufrido una caída. Su hija dice que el accidente fue en su casa; otras fuentes afirman que el maestro fue recogido en la calle con signos evidentes de ebriedad. No me extrañaría. El ajedrez tiene laberintos en los cuales se pierde la razón. Notable ajedrecista fue en mi ciudad, Saltillo, don José María García de Letona. Al final de su vida, anublada la razón, cayó en exóticas extravagancias. Cuando después del ataque de Villa a Columbus y se hizo inminente una invasión por tropas de Estados Unidos, propuso que heroicas y bellas mexicanas se dejaran inficionar con terribles enfermedades venéreas y se ofrecieran luego a la lascivia de los yanquis para acabar con ellos a base de contagios incurables. Evoco también a Carlos Torre Repetto, el gran maestro que Yucatán dio al ajedrez. Muy posiblemente habría sido campeón del mundo de no ser porque una crisis nerviosa lo apartó para siempre del juego. De él recuerdo una frase muy aplicable a nuestro tiempo y a nuestra circunstancia: "Diosito no les dio cerebro a los que no aprenden de sus errores"... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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