Nos resulta difícil sustraernos al opinar sobre un evento las opiniones del rol que cumplen las instituciones que las promueven y los personajes claves de ellas. La FIL debe la polémica y se convierte en ave de tempestades no sólo por lo que representa en sí misma, sino por lo que significa en el escenario político y cultural su creador y el motor que la ha impulsado a los niveles que ahora se encuentra. Ser merecedor del reconocimiento que le hace la Corona Española con el premio Princesa de Asturias no es cualquier cosa.