En el tiempo de mi infancia, los años cuarenta del pasado siglo, era indispensable la habilidad en la escritura manual; llevábamos en el colegio una materia, la caligrafía, que en general era enseñada con el método Palmer, con algunas excepciones como el caso de las alumnas de las "Meches" que se distinguían por su escritura con caracteres rectos, casi izquierdilla y con formas muy peculiares en las letras.