OPINIÓN

Al pensar en jóvenes que no leen, se obvian los que jamás habrían podido hacerlo, y se piensa en los que, pudiendo, no lo hacen

Jóvenes que leen

NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL

5 MIN 00 SEG

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
Encuentro, o creo encontrar, a cada vez más jóvenes que leen un libro. La visión probablemente cobra forma a partir de la certeza indeliberada (es decir, el prejuicio) de que eso, ver a un joven leyendo un libro, es una excepcionalidad: en un paisaje donde yo había dado por hecho que los jóvenes no leen libros, hallar a uno que lee uno viene a resultarme una rareza. Habría que reparar en esto: si uno da por hecho tal cosa -que son incompatibles los conceptos "joven" y "libro"-, puede ser principalmente por dos razones: porque es fácil y cómodo sumarnos a suposiciones generalizadas, sin prestar atención a lo que realmente sucede, y también porque uno suele olvidar que también fue joven y que lo propio de ese tiempo es conducirse de modos más bien secretos o en todo caso inalcanzables para la comprensión de adultos y viejos.