No vayamos tan lejos: ya con que uno pueda escuchar sus propios pensamientos debe de ser suficiente para agradecer semejante disposición del espíritu colectivo
Japoneses
NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL
5 MIN 00 SEG
Sucede con frecuencia cuando uno está haciendo cola, por ejemplo para comprar las tortillas, para subir al camión, en la dulcería del cine -de las más desesperantes y tortuosas-, en el café -no: éstas son las peores, pues la espera se espesa invariablemente gracias al indeciso que, sólo hasta que llega a la caja, empieza a debatirse entre el latte acaramelado de soya azul y lodo y el macchiato con chía y filtrado con trapo y leche de unicornio-. Sucede también dondequiera que tiene lugar una aglomeración de tamaño regular (las tiendas departamentales con rebajas o ventas nocturnas, en el patio del colegio mientras mamás y papás aguardan el comienzo del festival escolar, frente a la jaula de los changos en el zoológico); en las aglomeraciones mayores, como desfiles, estadios, mítines o balnearios en Semana Santa, es lo natural y por lo tanto no importa.