La negociación en torno al proceso de sucesión política en Jalisco ha sido muy compleja y desgastante, pues ha implicado cicatrizar heridas, conciliar intereses, satisfacer egos, agradecer lealtades y a la vez pensar con criterios de rentabilidad política. No ha sido un tema sencillo para Enrique Alfaro, quien seguramente ha dedicado muchas horas a pensar sus decisiones con miras a las elecciones del 2024.